COVID-19

Coronavirus en Venezuela: ¿Las medidas a implementar amortiguan el impacto en la economía?

Fotografía de Andrés Kerese | RMTF

30/03/2020

Tras decretar una cuarentena obligatoria que paralizó la actividad en todas las áreas, salvo las imprescindibles, el vicepresidente de economía, Tareck El Aissami, anunció el plan del Gobierno para limitar el impacto del coronavirus en Venezuela: transferencias de dinero a los trabajadores, prohibición de realizar despidos, suspensión del cobro de alquileres, mayores plazos para el pago de los créditos a la banca y financiamiento a la producción. Además, el Estado asumió el compromiso de pagar la nómina de las pequeñas y medianas empresas que pidan ayuda.

La alocución de El Aissami, quien habló el 25 de marzo desde el Palacio de Miraflores, la escuchó un país con empresas raquíticas tras seis años consecutivos de recesión; familias empobrecidas por la hiperinflación y un gobierno con muy pocos recursos por la caída de la producción petrolera y el descenso en el precio del barril: las arcas públicas están exhaustas y el déficit de divisas obliga a un severo recorte de las importaciones.

El aislamiento social, si bien necesario para combatir la pandemia, profundiza la depresión de la economía con empresas apagadas por completo. Comercios cerrados y familias con menos dinero: según el estudio elaborado entre el 9 y el 27 de enero por la consultora Datos, 47 de cada 100 personas que trabajan lo hacen por cuenta propia o en el sector informal, es decir, no están en la nómina de ninguna empresa y mientras dure la orden de quedarse en casa no tendrán ingresos, salvo la eventual transferencia del Estado.

La administración del mandatario Nicolás Maduro comenzó a depositarles a cuatro millones de trabajadores en el sector informal o por cuenta propia el bono “Quédate en casa” por 450 mil bolívares, unos seis dólares al tipo de cambio oficial que, con suerte, alcanzan para comprar un kilo de queso.

Rafael Escalona tiene 71 años, vive en Caracas con su esposa y utiliza su camioneta para ofrecer un servicio de viajes al interior y al aeropuerto: “Como todo se ha reducido estaba haciendo cuatro viajes al mes al aeropuerto, por cada uno cobro 35 dólares; y tres viajes al mes a ciudades como Barquisimeto, Acarigua, San Carlos, que cada uno cuesta 250 dólares, pero tengo diez días sin ganar nada, mis clientes son ejecutivos de bancos y están encerrados en sus casas”.

La cuarentena comenzó el 16 de marzo y el decreto de alarma que obliga al confinamiento dura hasta el 13 de abril, pero puede ser prorrogado por las autoridades. Rafael Escalona se muestra preocupado: “Tengo unos dólares que me alcanzan con esfuerzo para tres semanas, después algo habrá que hacer. ¿Quién puede comer con ese bono?”.

Yolanda Martínez es manicurista, trabaja en una peluquería en el este de Caracas y no tiene salario fijo, cobra un porcentaje por cada cliente que atiende: “El bono es lo que gano por dos clientes, será muy difícil resistir una semana más”, dice. 

El Gobierno aseguró que cancelará la nómina de las pequeñas y medianas empresas que soliciten este auxilio, pero todo apunta a que la medida solo contempla depositarles a los trabajadores un salario mínimo y, gracias a distintas bonificaciones, los pagos en el sector privado cuadruplican esta cantidad.

En un intento por disminuir la presión, Tareck El Aissami adelantó que dos millones de trabajadores del sector privado, fundamentalmente de las pequeñas y medianas empresas, recibirán el bono Quédate en casa “como complemento de nómina”.

Estos desembolsos, si bien poco relevantes a nivel individual, impactan unas finanzas públicas en bancarrota: déficit fiscal de 10% del PIB, reservas internacionales en mínimos históricos, deuda externa en default, financiamiento internacional clausurado e ingresos en divisas mermados por el descenso de la producción petrolera al nivel más bajo desde 1945.

Luis Zambrano Sequín, miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, considera que la incidencia fiscal de las medidas obligará al Gobierno a crear dinero: “Dadas las condiciones en que se encuentran las finanzas públicas, es de prever que el Gobierno recurrirá a la emisión monetaria como vía fundamental de financiamiento de la expansión del gasto. El resultado no es difícil de deducir: mayor presión inflacionaria y depreciación del tipo de cambio. En las circunstancias actuales, no hay otra alternativa”.

La inflación se aceleraría desde un nivel elevado: Macroconsultores precisa que el precio en dólares de una cesta de nueve alimentos básicos (harina de maíz, harina de trigo, pasta, aceite, leche en polvo, arroz, atún enlatado, azúcar y granos) aumentó 22% entre diciembre y febrero.

A pesar de que los empresarios han pedido que se postergue el pago del impuesto sobre la renta, el Gobierno ha desestimado la solicitud. Fuentes del Ministerio de Finanzas explican que la decisión de no aliviar la carga tributaria busca no incrementar el déficit fiscal, porque de lo contrario habría que aumentar la creación de dinero.

Sin financiamiento y asistencia internacional, luce imposible un plan de protección a la economía. Luis Zambrano Sequín afirma que “Venezuela no puede salir de este atolladero sin una importante ayuda internacional, masiva y rápida. La prioridad sigue siendo: reducir las restricciones externas y recuperar la producción petrolera. Pero, sin duda, hoy es más difícil avanzar en esta dirección de lo que era hace apenas dos semanas”.

Remesas y salarios

De acuerdo con Datos, 26 de cada 100 venezolanos reciben remesas y el impacto del coronavirus en las economías de Latinoamérica, Europa y Estados Unidos pone en riesgo la periodicidad y el monto a recibir este año.

El Centro para el Desarrollo Económico de Perú realizó una encuesta el pasado 25 de marzo y determinó que un tercio de los venezolanos en ese país se quedó sin empleo y la mitad están en sus casas, en cuarentena, por lo que dudan que puedan mantener el empleo o cobrar los días no laborados.

La CEPAL proyecta que este año caerá el PIB de América Latina y contempla un salto de diez puntos porcentuales en el desempleo de la región. Al mismo tiempo, las peticiones de ayuda por desocupación en Estados Unidos baten récord y Europa emite señales claras de recesión por la caída del turismo y la producción industrial.

La inamovilidad laboral, decretada por el gobierno venezolano, no se traduce en un escudo mágico para los trabajadores del sector formal. Empresarios admiten que el efecto de la paralización de actividades en un flujo de caja muy golpeado por la recesión y la prohibición de realizar despidos, obligará a disminuir los beneficios extra que reciben los trabajadores, como compensaciones en dólares o ayudas para gastos de educación.

Pequeños comerciantes, con pocas reservas para superar la emergencia, no ocultan el nerviosismo. Josué Ferreira tiene un negocio de venta de pollo en brasa en el centro de Caracas y explica que “no he podido abrir desde el 16 de marzo, la mayoría de mis clientes son trabajadores públicos que están en cuarentena”.

“Tengo una deuda con seis proveedores que no sé cómo voy a pagar, yo dependo de las ventas para cubrir esos gastos, mi dinero personal no alcanza y lo estoy utilizando para pagarle la semana de salario a mis cinco empleados. ¿Cuando esto acabe los proveedores me seguirán enviando mercancía? Ya veremos”.

La reestructuración

La Superintendencia de Bancos emitió una resolución que obliga a las entidades financieras a reestructurar por seis meses el pago de los créditos otorgados a las empresas y comercios afectados por la cuarentena.

“Los deudores podrán requerir la reestructuración de su deuda, a través de solicitud motivada, acompañada de un plan de pagos acorde con su capacidad financiera”, ordena la Superintendencia.

No hay muchos préstamos para reestructurar. A fin de reducir la cantidad de dinero en la economía y contener el ascenso del dólar, el Gobierno obligó a las entidades financieras a disminuir los créditos, ordenándoles congelar como reservas la totalidad de los nuevos depósitos: el resultado es que al cierre de febrero de este año las entidades financieras solo destinaban al crédito uno de cada diez bolívares que gestionan, el mínimo histórico.

El problema principal está en las sucursales de los bancos venezolanos en el exterior, que han entregado préstamos en dólares a empresas que no están generando ingresos: “Como hay una recesión, los créditos en dólares para capital de trabajo otorgado a la mayoría de las empresas venezolanas son de bajo monto. La Superintendencia de Venezuela no puede actuar en otros países, pero evidentemente vamos a tener que negociar con nuestros clientes”, dice el presidente de un banco mediano.

Al mismo tiempo que obliga a los bancos a congelar como reservas la gran mayoría de los depósitos, el Gobierno quiere asegurar financiamiento en bolívares para las empresas de alimentos, farmacéuticas e industrias que producen artículos de higiene necesarios para combatir la epidemia.

La firma Síntesis Financiera sostiene en su último reporte que se trata de una estrategia inconsistente: “No se anunciaron planes para reducir el encaje bancario, barrera fundamental para el otorgamiento de préstamos de todo tipo”.

Otro escalón

El pésimo estado de las refinerías, las sanciones de Estados Unidos y la falta de ingresos para costear importaciones han agravado la escasez de combustible, algo que amenaza con entorpecer la distribución de productos básicos. Además, de no corregirse en el corto plazo, la falta de combustible se sumará a los factores que disminuyen la posibilidad de que la economía recupere la poca actividad que tenía antes de la epidemia del coronavirus.

La crisis que estalló en 2014 trajo una sofocante cotidianidad de empobrecimiento, desigualdad, la reducción del PIB a menos de la mitad y emigración. Tras el coronavirus, Venezuela podría descender a una “nueva normalidad” más precaria, con menos fuerzas para lograr que la economía salga a la superficie.

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¿Cómo prevenir el contagio?
La recomendaciones principales de la Organización Mundial de la Salud son:

  • Lavar las manos con agua y jabón con frecuencia, o usar gel desinfectante con una base de alcohol de al menos 60%.
  • Evitar tocarse la cara con las manos.
  • Cubrirse al toser o estornudar con la parte interna del brazo.
  • Evitar el contacto con personas infectadas.
  • Mantenerse al menos a un metro de distancia de otras personas en lugares públicos.
  • Desinfectar las superficies con las que se tiene contacto frecuentemente.

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Si usted ha viajado o ha tenido contacto con personas que hayan estado en países afectados, o presenta síntomas similares a los de la enfermedad, consulte a su médico.

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