COVID-19

El coronavirus desnuda al deporte

25/03/2020

Fotografía de Tokio 2020

¿Qué pasaría si el día de mañana no hubiera ninguna competencia deportiva en el mundo? El nuevo coronavirus nos dio la respuesta. Si tuviéramos que sacar algo positivo de estos días de encierro, es la comprobación de que el fanatismo puede languidecer sin que derramemos una lágrima. Ergo, el deporte es lo menos importante de lo más importante.

Obviamente el Comité Olímpico Internacional no está de acuerdo con el párrafo anterior. De lo contrario, no habría dado el triste espectáculo que concluyó con una suspensión a regañadientes, un día después de anunciar que se tomaría cuatro semanas para “estudiar escenarios”. Al final, Tokio 2020 seguirá siendo Tokio 2020 pero en 2021.

«Les diré quién definitivamente no quiere cancelar: NBC», había asegurado Jules Boykoff, profesor de política y experto en historia olímpica en la Universidad del Pacífico en Oregon al New York Times, antes de que se pospusieran los Juegos. «Han puesto miles de millones en los derechos de estos Juegos Olímpicos. Habrá un serio descontento de quienes tienen poder. Insistirán en que los Juegos continúen”.

Y no solo es cuestión de derechos televisivos. La agencia de noticias AP informó que «Japón está gastando oficialmente 12,600 millones de dólares para organizar los Juegos Olímpicos, aunque una junta de auditoría nacional dice que el país está gastando el doble».

Pocas veces se ha hecho tan evidente que la industria deportiva es una enloquecida máquina de imprimir dinero. Hoy comprobamos que los jugadores y técnicos pueden cobrar menos (muchos se han rebajado el sueldo); que pueden hacer más por la sociedad que comprar restaurantes y coches (Messi y Guardiola son los últimos en donar dinero en medio de la pandemia) y que son menos necesarios que los científicos, los investigadores, los enfermeros y los que limpian cada pasamanos que tocamos.

«Ustedes le dan a un futbolista 1 millón de Euros por mes, y a un biocientífico le dan 1.800 Euros por mes. Ahora ustedes buscan el tratamiento para este virus, entonces busquen a Cristiano Ronaldo o a Messi para que encuentren la cura!». La supuesta declaración de una científica española no fue tal. Se trató de uno de los tantos montajes que se hacen en internet, acompañado de una foto de la exministra de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente Isabel García Tejerina. No obstante, la sentencia pone en contexto una realidad que se nos hizo costumbre sin que chistemos ni revisemos el problema ético de fondo.

Porque son muchos de estos atletas y sus pares, los artistas, los que hoy nos dicen que nos quedemos en casa. Lo hacen cantando Imagine o en la piscina de la casa, mientras patean un rollo de papel higénico, un artículo que a los mortales nos está constando un mundo conseguir. La desconexión entre un porcentaje mínimo de la población, que podría pasar 10 años en hibernación con sus ahorros, y el resto de personas que rezamos el padre nuestro en la fila del cajero, con el vecino tosiendo nuestra espalda, es total.

De hecho, la situación es absurda, pero a la vez congruente. El COI, la FIFA, la UEFA y todos los organismos que rigen el deporte profesional y amateur, se han alineado de una manera evidente con los gobernantes del mundo. Pensemos en Donald Trump, Andrés Manuel López Obrador o Boris Johnson, por ejemplo. La economía primero, la gente después.

Vaya un ejemplo: según Francesco Le Foche, profesor de Reumatología en la Universidad de La Sapienza, el partido entre Atalanta y Valencia, por la Liga de Campeones, que se jugó en Bérgamo el 19 de febrero, con victoria 4-1 para el club italiano, aumentó la gravedad de la infección en Italia.

En declaraciones al periódico Il Corriere dello Sport, dijo: “Ha pasado un mes desde ese partido. Los tiempos son relevantes. La congregación de miles de personas, a dos centímetros una de la otra, aún más asociada a las entendibles manifestaciones de euforia, gritos, abrazos, puede haber favorecido la replicación viral».

Y agregó: «Me refiero a una expulsión de grandes partículas virales a gran velocidad desde las vías respiratorias superiores, la boca y la nariz. Estamos hablando del énfasis colectivo de un partido histórico. Debo imaginar que casi todo el mundo acudió a ese partido, probablemente incluso asintomáticos y febriles».

A China se le reclama que mintió, que no advirtió y que pudo hacer más. De allí la moda de resumir algo tan complejo en una etiqueta prejuiciosa y xenofóbica: “virus chino”. Poco se habla, en cambio, del impulso que UEFA y FIFA le dieron a la enfermedad, permitiendo partidos con y sin público, cuando ya tenían pruebas de la propagación. Lo mismo aplica para las ligas de fútbol, NBA, NHL y todas las competencias que siguieron a pesar de las voces de expertos, silenciadas porque el show debía continuar.

No obstante, el punto de estas líneas no es volver sobre lo que se hizo mal. Lo importante es mirar hacia adelante. No basta con esperar que el virus merme y se reacomode la agenda deportiva. Algo debe cambiar en nosotros. Desde los que organizan y protagonizan las competencias hasta los que las consumen. Y en esa cadena, quienes hacemos de intermediarios –los periodistas– también. ¿Han revisado, a la luz del coronavirus, lo ridículo que suenan los del panel gritando a favor del Barcelona o el Madrid, de Messi o Cristiano?

En una entrevista con La Vaguardia, el profesor y filósofo italiano Nuccio Ordine, dijo: “El virus nos muestra la importancia de la solidaridad, que algunos habían olvidado. Leamos la última página de La peste de Camus: “Esto es lo que se aprende en medio de las plagas, hay más cosas en los hombres a admirar que despreciar’”. Ojalá sea el aprendizaje de todo esto, ojalá.

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¿Cómo prevenir el contagio?
La recomendaciones principales de la Organización Mundial de la Salud son:

  • Lavar las manos con agua y jabón con frecuencia, o usar gel desinfectante con una base de alcohol de al menos 60%.
  • Evitar tocarse la cara con las manos.
  • Cubrirse al toser o estornudar con la parte interna del brazo.
  • Evitar el contacto con personas infectadas.
  • Mantenerse al menos a un metro de distancia de otras personas en lugares públicos.
  • Desinfectar las superficies con las que se tiene contacto frecuentemente.

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Si usted ha viajado o ha tenido contacto con personas que hayan estado en países afectados, o presenta síntomas similares a los de la enfermedad, consulte a su médico.

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