No hay ninguna duda: el arco iris es más antiguo que el ser humano. Pero cuando el ser humano lo vio por primera vez tiene que haberse sorprendido tanto como cuando sintió el primer terremoto o descubrió que existía la luna.
No hay nadie. Me asomo a la ventana y puedo contar los ladrillos y las piedras de la calle. Todo es húmedo como una calle de Kafka. Y la belleza de lo antiguo se recorta contra la luz lechosa de algo inmensamente…