Si ya todo era precario, ahora apenas puedo respirar, mínimo aliento para constatar la existencia de la jauría, afuera oigo las risas de los vecinos y su juego macabro.
Aire ligero hacia el fin de la tarde; en la mañana, neblina.
Una noticia sobre grúas que llevan familiares hasta las ventanas de los pisos superiores de una residencia de ancianos.
Como si las mujeres y los hombres y los niños y los perros y hasta los propios autos y las máquinas en funcionamiento todavía no pudieran producir a gusto todos sus sonidos habituales.
En 1875 Nueva York ya era una gran ciudad, centro de grandes acontecimientos en diversos ámbitos. Una ciudad cosmopolita donde todas las manifestaciones culturales comenzaban a expresarse.