Cuando un ser querido muere, de inmediato surge la necesidad natural de estar con él y hacer todo lo posible por darle una despedida digna. En este proceso muchas preocupaciones invaden a los dolientes.
Para fines del siglo XIX, la higiene privada se presentaba como una disciplina científica redentora, aplicada allí donde la conducta humana y ciertas creencias hacían florecer el mal sanitario asociado al mal moral.