“¿Es la nueva normalidad un privilegio?”, veo pintada la interrogante en un muro cercano a Aeroexpresos Ejecutivos.
El día amanece un poco nublado. Me disponía a hacer una de las caminatas más extensas, poco más de doce kilómetros, ida y vuelta.
Cuando empecé a salir al “mundo allá afuera” me dirigía a pie a los mercados, abastos y farmacias.
La orden de guardar cuarentena por quince días que recibí el 14 de marzo del número 3532.
Mantengo la hora en que me levanto, alrededor de las cinco de la mañana, antes de la salida del sol. Hago calentamientos mientras hierve el café y comienza el amanecer.
En las mañanas escribo desde una habitación en la que se ve la ciudad y, al fondo, el Ávila.