Los gobiernos del mundo han anunciado ingentes programas de apoyo para contrarrestar el derrumbe de las economías. Lamentablemente no lo están haciendo bien, porque siguen atrapados en los esquemas convencionales.
Cuando cundió el pánico por la aceleración de los contagios del Covid-19, el dilema entre salvar vidas o empleos se resolvió sin mayor dubitación a favor de las vidas.
A los que nos ha tocado alguna vez vivir una larga noche de huracán, recordamos la angustia que se siente al no saber los daños que su paso destructor está causando en tu casa y sus alrededores.