Se llama V, tal vez en alusión al virus: todas las letras se refieren a la pandemia.
No he conocido ciudad que idolatre tanto al aguacate como Medellín. Los vendedores ambulantes lo saben.
El doctor Lenin Chaustre atiende llamadas de pacientes que creen tener COVID-19. En promedio descarta siete de cada diez llamadas.
Soñé que no podía leer tus mensajes: nuestra conversación en WhatsApp se había llenado de caracteres chinos.
A pesar de mi traje de protección o, debería decir, gracias a mi traje de protección, me sentí más solo que nunca.
Mientras la pandemia de COVID-19 persista, el archipiélago no recibirá turistas. Se vive en la incertidumbre.
Atreverse a salir a la calle es correr el riesgo de ser estigmatizado como violador de la cuarentena.
Diez personas formaban una fila en la entrada del supermercado: el acceso estaba regulado por un chino fumando con un barbijo negro al cuello.
Debemos entender los tipos de pruebas disponibles, sus errores y precisiones potenciales, y en qué momento del curso de la enfermedad podrían ser de mayor utilidad.
Mónica acaricia los cabellos del anciano con sus manos forradas en guantes protectores.